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Una artista impía

Martes, 17 Diciembre 2013 10:03 Escrito por Angélica Abelleyra

No es que sólo sea una descreída y tenga poca piedad ante la falta de humor y el exceso de estupidez. Maris Bustamante (México, 1949) es también una artista (im)pía porque hace de la P, la I y la A sus fuentes de creación con los Performances, las Instalaciones y las Ambientaciones que ha producido desde hace 23 años. ¿Su sello? La enorme capacidad de risa, aunada a la reflexión en una serie de objetos y acciones en soportes que no son tradicionales ni en sus técnicas ni formatos ni conceptos.

Desde pequeña le decían ‘pareces hombre’ por cuestionarlo todo y ocupar las manos en construir cosas como carpintero o albañil, así que con los años valoró su identidad sexual, reivindicó el arte feminista y puso en el rubro de la constante pregunta dos asuntos: ¿qué significa la conciencia de la existencia? ¿Qué implica asumirse mujer en la sociedad latinoamericana?

Su familia no fue de artistas. Pero su padre, un catalán que adoraba la ópera, le infundió a ella, a su hermana Lola y a su hermano Andrés (el Güiri-Güiri) un profundo amor por el humor, el lenguaje y la inteligencia.

Primogénita, empezó a hacer dibujos a los cuatro años con el aliento paterno pero cuando la adolescente se instaló en ese gusto, y lo convirtió en un sendero profesional, los apoyos culminaron. Pese a ello, con el oficio de conducir pincel y lápiz, hizo todos los cuadros convencionales en sus clases de pintura. A los quince años puso un anuncio en el periódico para dar clases particulares y después ingresó a la Escuela de Pintura y Grabado La Esmeralda. La actividad manual la fortaleció con el sesgo teórico mediante conferencias y escritos, así que al ingresar en los años 70 en el movimiento de “los grupos” en México, estaba entrenada en la acción de hacer y reflexionar.

Entre 1979 y 1983, seis eventos plásticos y visuales, muchos libros de artista y exposiciones gráficas signaron al No Grupo, integrado por Maris, Alfredo Núñez, Melquíades Herrera y el fallecido Rubén Valencia (su esposo por doce años y padre de sus dos hijas). “La patente del taco” fue uno de los performances difundido por tv en un programa matutino de Guillermo Ochoa.

Tras esos seis años, de 1983 a 1992 conformó con Mónica Mayer el grupo de arte feminista “Polvo de Gallina Ciega” en donde realizaron “acciones radicales” como embarazar a un hombre ante millones de televidentes y hacerlo experimentar la condición de ser mujer por un día. Otra vez, el periodista Guillermo Ochoa aceptó la invitación transmitida por el Canal 2 de Televisa, en 1987, y convertida en el video Madre por un día.

Maestra en la división de Ciencias y Artes para el Diseño de la UAM Azcapotzalco desde hace 21 años, busca hermanar a los diseñadores con los artistas. Porque insiste en la urgencia de crear seres integrales y no fragmentados. En el campo teórico, desde hace una década coordina y dirige la investigación Primer Inventario de las Formas Pías en México de 1922 a 1992. Performance – Instalación - Ambientación (Setenta años de efímeros en México). Con ella concluirá un ciclo de estudio de los caminos no tradicionales de hacer arte en nuestro país, un universo poco estudiado entre los especialistas mexicanos. Las formas pías, es decir, aquellas marcadas por lo gestual, lo alógico, lo que no se estaciona en la locura elemental sino que busca conmover, divertir, cuestionar y seducir mediante acciones plásticas.

Texto publicado originalmente en La Jornada Semanal (13/mayo/2001). Integra el libro editado por la UANL.
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